La odisea de las obras huérfanas

28.05.2013

En el año 2005 Google emprendió su andadura en el mundo de la digitalización de libros y su puesta a disposición en Internet. La compañía se basaba en el llamado “fair use”, según el cual en Estados Unidos resulta lícita la reproducción de obras que no estén suficientemente difundidas, como puede ser el caso de obras cuyo autor es desconocido (obras huérfanas) o las que están descatalogadas.

El proyecto fue bautizado como Google Books, resultando polémico desde el primer día. Así, en 2009 tuvo que responder a varias demandas desde Estados Unidos que acusaban al buscador de infringir derechos de autor. Google propuso entonces realizar un millonario acuerdo con el que indemnizar a autores y editores que se hubieran visto afectados por la digitalización de sus obras, aunque siempre negó haber violado la Ley de Propiedad Intelectual de EE.UU. El acuerdo fue aceptado, permitiéndose a Google continuar con su iniciativa, siempre y cuando no se publicaran obras sujetas a derechos de autor.

Google lanzó entonces una campaña de publicidad en la que manifestaba sus intenciones de digitalizar obras para su uso público, teniendo en cuenta que de las obras protegidas, sólo un número limitado de páginas se podrían consultar libremente. La iniciativa se valdría de la publicidad como fuente de ingresos, y sus beneficios se repartirían entre autores, editores y la propia Google. Mediante esta estrategia el gigante informático creó un nuevo modelo de negocio basado en el acceso libre a la información, de forma total o parcial.

Sin embargo, el acuerdo entre Google y el gremio de escritores/editores estadounidenses disgustó a muchos, y provocó que una biblioteca virtual sin ánimo de lucro (Internet Archive) formase, junto con editores, lectores e investigadores, un grupo en contra de dicho acuerdo, alegando que el mismo concedería a Google el monopolio sobre las obras huérfanas. Poco después, miles de creadores alemanes firmaron el Manifiesto de Heidelberg contra Google Books por considerar que la compañía violaba derechos de propiedad intelectual, a la vez que se creaba la Open Book Alliance, una alianza “anti Google” que contaba con pesos pesados como Amazon, Microsoft y Yahoo. Asimismo, en 2011 se impulsó desde la Comisión europea una propuesta sobre ciertos usos autorizados de las obras huérfanas, mediante la que se pretendían limitar las iniciativas privadas en este sentido, favoreciendo así la biblioteca virtual europea, Europeana.

Ante tan crítico panorama, Google decidió restringir el ámbito de aplicación de la digitalización, limitándola a obras publicadas en EEUU, Reino Unido y Canadá. Además, también tuvo que modificar su propuesta sobre obras huérfanas, estableciendo ahora que, si apareciera el autor del libro en un plazo de 10 años desde su digitalización, podría reclamar su indemnización. 

Mientras tanto, el proceso legislativo iniciado en el seno de las instituciones europeas seguía su curso, hasta culminar con la aprobación de la Directiva 2012/28/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2012, sobre ciertos usos autorizados de las obras huérfanas, que ha venido a autorizar en la UE la puesta a disposición del público de este tipo de obras.

Como resultado de la transposición de este Directiva, recientemente el Reino Unido ha aprobado la Enterprise and Regulatory Reform, que regula, entre otros asuntos, la situación de las obras huérfanas, permitiendo su uso con fines comerciales por parte de las empresas, siempre y cuando se haya hecho un esfuerzo “razonable” y “diligente” por encontrar a su autor y previo pago de una tarifa de mercado.

Con todo, la nueva ley inglesa se enfrenta a la oposición del colectivo de autores de fotografías, quienes consideran que la facilidad con que hoy se manipulan y se despojan de autoría las fotografías compartidas en Internet, va a producir una total impunidad de quienes exploten dichas fotografías como obras huérfanas. 

Polémicas a parte, existe consenso a la hora de valorar este nuevo modelo de negocio creado por Google, como una forma de rescatar obras caídas en el olvido, y como el origen de los nuevos instrumentos legales que permiten su explotación sin incurrir en infracciones de propiedad intelectual. Se espera que al Reino Unido le sigan en breve otros países miembros de la UE, colaborando así con el fomento de la cultura y ampliando su acceso.

Escrito por Rocío Sirvent

Imagen: Google

 

Fuentes:

EL PAÍS, “Google se topa con el derecho de autor”, publicado el 21/01/2009

EL PAÍS, “Cómo reclamar a Google si su libro ha sido escaneado sin permiso”, publicado el 30/01/2009

EL PAÍS, “¿Has publicado un libro?: Google te busca”, publicado el 04/03/2009

EL PAÍS, “El proyecto de digitalización de libros de Google entra en terreno minado”, publicado 21/04/2009

EL PAÍS, “Un millar de creadores alemanes se movilizan contra Google Books”, publicado el 22/04/2009

EL PAÍS, “Amazon, Microsoft y Yahoo se unen contra la digitalización de libros de Google”, publicado el 21/08/2009

EL PAÍS, “Google limita su proyecto de escaneado de libros para aplacar las críticas”, publicado el 16/11/2009

EL PAÍS, “Google recurrirá la multa por escanear libros sin permiso”, publicado el 18/12/2009

Blog Derecho y Cultura, “Análisis de la nueva Directiva de Obras Huérfanas”, publicado el 07/01/2013

EL PAÍS, “Reino Unido permite comerciar con obras anónimas en Internet”, publicado el 02/05/2013

 



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